La cerradura ha sido algo imprescindible desde tiempos inmemorables ya que nos ha dado seguridad y protección frente a lo desconocido.
Inicialmente, las cerraduras eran de madera y piedra y su función era prohibir el paso a aquellos que no eran bienvenidos, y proteger las pertenencias ante ladrones que quisieran llevárselas.
Según han ido avanzando los años, los sistemas de seguridad han ido creciendo hasta una ingeniería prácticamente impenetrante.
En civilizaciones como la egipcia, y posteriormente la romana, se ha buscado siempre la protección de pertenencias.
No es hasta el siglo XVIII en Inglaterra donde realmente comienza la evolución y la estandarización. Es en 1851 cuando un cerrajero norteamericano llamado Alfred Hobbs, dijo que podía abrir cualquier tipo de cerradura inglesa por complicado que fuera su mecanismo. Más tardes se comprobó que Hobbs no mentía a nadie ya que demostró poder abrir todos los mecanismos ingleses creados hasta la fecha.
Como hemos visto, todo tiene una historia y una evolución hasta llegar a los sofisticados sistemas que tenemos hoy. Auténticas obras maestras de ingeniería que son prácticamente imposibles de abrir sin tener una llave como acceso.
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